“El propio amo de esto es el Orinoco. Nosotros somos los que le quitamos tierra a él pa’ nosotros trabajar”. Son éstas, palabras de Jesús Ojeda, uno de los hombres y mujeres que llevan toda la vida sembrando en las tierras que el “Padre río” les da y les quita.

31 ene 2010

Protagonistas



De los testimonios aportados por los vegueros y vegueras de mayor participación en el documental, quedan tantas palabras valiosas, algunas finalmente descartadas para la versión cinematográfica, que Internet u otros medios ofrecen la oportunidad de no dejarlas ocultas para siempre en el registro original, así como para compartir algunas reflexiones basadas en la convivencia con estas personas durante los días de rodaje.

Un productor de verdad

La risa de Jesús Ojeda es una risa fuerte, tan fuerte como el viento que sopla diariamente en El Brisote. Con su risa rompe la timidez que pocas veces le permite mirar a los ojos de quien le habla. Con su risa confirma que es un hombre que no le teme a las durezas de la vida.

Su ritmo cotidiano y su trabajo, como el de todos los vegueros y vegueras, están determinados por el invierno y el verano. “Yo vivo en Caicara de invierno –asegura– porque de verano estoy aquí en la vega”.

En verano o incluso antes, cuando las aguas del Orinoco comienzan a bajar, Jesús Ojeda se traslada a su vega en El Brisote para ver qué le dejó el río ese año de tierra y cómo se la dejó. Pero no lo hace solo, lo acompaña Carmen Molina, su esposa, el más fuerte apoyo que tiene en esta labor.

Luego se le suman algunos hijos –son diez, cuatro hembras y seis varones– sin empleo fijo o los que al igual que su padre, desean seguir apostándole a la siembra en las riberas del gran afluente. Con ellos también llegan los nietos, de diferentes edades y tamaños. Los que estudian van de vez en cuando y los más pequeños alegran los días de sus abuelos con muestras de genuino afecto, las inevitables travesuras y sus innumerables juegos, como hacer y volar papagayos.

Según su propia experiencia “desde muchacho” en la siembra de algodón, Jesús Ojeda concibe a un veguero así: “Mire, cónchale, un veguero sufre miles y miles cosas y necesidades. Le digo que yo tengo 57 años y bueno, yo tengo tiempo trabajando, desde que nací estoy trabajando la agricultura de la vega. Sí, bueno, y hay años que nos va bien y hay años que nos va regular, hay años que nos va bien y así. Y eso uno trabajando la vega, uno aguanta muchas necesidades y muchas cuestiones. Pero usted sabe que cuando uno no es profesional que no tiene, por lo menos que uno no es pues bien estudiado ni bien preparado pa´ las cosas, uno tiene que, nada, trabajar vega porque es lo más fácil pa´ uno, pues”.

Ojeda tiene sus reservas en cuanto a ser denominado veguero. Tras soltar una gran carcajada, aclara que prefiere que lo llamen productor: “No, no me gusta que me digan veguero. Productor. Ah, bueno, no, es que usted sabe. Soy veguero verdad, porque estoy en la vega, pero nosotros lo que queremos es ser productores, productores. Sí. Le damos producción al país, digamos”.

Para no dejar dudas al respecto, argumenta: “Sí, no, sí, vegueros, vegueros, usted sabe que de los vegueros muchos, casi todo el mundo se espanta. Bueno, he oído yo, pues, yo oigo decir no un veguero, un veguero no, cónchale. Bueno, no, veguero. Uno es productor que lo que hace es darle producción al país. Beneficio, beneficio pa´ que haiga pues, bromas. Uno, porque sin uno el pobre, el productor, mire, la broma está embromada. No se jalla, al no tener, al no trabajar uno cómo se vive”.

Jesús Ojeda cree que existen los auténticos productores y los que se hacen llamar productores. “Muchos decimos somos productores pero no somos, porque eso de ser productor, vea esta vega mía, por un ejemplo. Ajá, nosotros somos productores y sabemos el trabajo que nos corresponde en la vega y sabemos pues, que pa´ poder uno representar y ser productor, uno tiene que tener las cosas limpias y atenderla pues a la agricultura como es debido. Bueno, eso lo hacemos nosotros. Muchos dicen, no, yo soy un productor, pero ese lo que hace, ese siembra por ahí un pedazo de tierra y no le atiende, eso lo deja que se enmonte. No hace nada con eso. Nosotros no. Nosotros desde que caímos pa´ acá es atendiéndole al conuco, pues, a la vega, que todo esté limpio y que la broma se nos dé bueno, que nosotros saquemos una buena cosecha. Así es el que es productor de verdad”.

El productor de El Brisote extiende su claridad al explicar que nadie es propietario de una vega porque en su opinión, “el propio amo de esto es el Orinoco” y subraya que “nadie tiene propiedad aquí en la costa del Orinoco”.

“Nosotros los hombres somos los que le quitamos tierra a él pa´ nosotros trabajar, sí. Ah, bueno, el Orinoco, es que es el dueño, el patrón de las tierras, sí. Esto era grandísimo pa´ allá, mire, grandísimo pa´ allá y ya nos ha venido quitando ya, no nos viene dejando mucha tierra ya el hombre, pero ahí vamos luchando. Pa´ lante, sí. Ya cuando uno cosechó todo, que no le queda nada, uno lo que hace es picar y arreglar las tierras, que ya finalizó todo, se fue. Y ahí uno le entrega es al Orinoco, que es lo último que uno hace, entregarle al Orinoco pa´ uno irse”.

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