“El propio amo de esto es el Orinoco. Nosotros somos los que le quitamos tierra a él pa’ nosotros trabajar”. Son éstas, palabras de Jesús Ojeda, uno de los hombres y mujeres que llevan toda la vida sembrando en las tierras que el “Padre río” les da y les quita.

31 ene 2010

Carlos Gómez: “El verdadero centro del país”



Con la realización de Vegueros aumenta en el joven cineasta guariqueño, Carlos Gómez de la Espriella, su interés por generar proyectos audiovisuales destinados a resaltar lo que considera “el verdadero centro del país”: el Orinoco.

Para conocer un poco más de su reciente documental, Gómez explica la esencia del mismo y adelanta algunos detalles de su próximo trabajo, al que espera darle igualmente un valor agroecológico.

-¿Por qué decidió realizar un documental sobre los vegueros y no sobre otro tipo de trabajadores dedicados a la actividad agrícola?
-Hay muchos productores del campo que merecen también un trabajo audiovisual como el que se hizo con los vegueros, pero en particular lo que uno se consigue en el Orinoco Medio es un ejemplo de esa dependencia que el hombre tiene de la naturaleza y en este caso puntual, de un río como el Orinoco que está entre los más caudalosos del mundo y da para mucho, cinematográficamente hablando, en paisajes y en situaciones muy valiosas para el cine, para la realización de un documental.

-¿Cómo veía a un veguero antes de realizar el documental y cómo lo ve ahora después de realizado?
-El primer concepto que me llamaba la atención acerca de los vegueros, es el que se maneja a nivel popular en el centro del país y entre los mismos llaneros, que un veguero es una persona ignorante de lo que es una ciudad. Los llaneros piensan que los vegueros no conocen mucho más allá de lo que tienen a su alrededor en su cotidianidad. Y yo, por lo menos que soy de Guárico, he escuchado que cuando le dicen veguero a alguien es como si le dijeran ignorante o inculto. Cuando estuve por varios meses en la población de Parmana, a orillas del Orinoco, entendí la complejidad de lo que significa ser un veguero, sobre todo ahí en esa zona, porque hay vegueros en el resto de la región llanera. Un veguero es una persona que cultiva en las vegas de los ríos, y las vegas son las zonas anegadizas, son como las costas, la orilla de los ríos, que durante la época seca quedan al descubierto y gracias al mismo río, están abonadas, enriquecidas, por la materia orgánica que arrastra el río durante la época de lluvia. Y a mí me impresiona que se desconozca la existencia de esta forma de hacer agricultura.

-¿Cambió en usted esa imagen de hombre ignorante del veguero?
-Lo que yo siempre tuve claro es que esa tal ignorancia es una interpretación errónea, porque desde el punto de vista antropológico siempre pasa. En una región, en el caso del llano, hay un grupo dominante, que serían los llaneros. Pero en los llanos vive un grupo minoritario, porque cada vez son menos, los vegueros, así como los indígenas, que también son grupos o pueblos, los pumé en Apure y los e´ñapá en Bolívar, por mencionar algunos. Los llaneros, bien sea por cuestiones culturales e históricas, produjeron esa imagen del veguero, como de casi una persona inferior. No cambió mi imagen del veguero porque yo sabía que existían esos conceptos erróneos que se dan en cualquier relación intercultural, regional, nacional, etcétera. Los vegueros son un grupo de agricultores tan valiosos culturalmente hablando, como los mismos llaneros.

-¿Por qué escogió específicamente el Orinoco Medio y no otra parte del Orinoco?
-Yo soy del estado Guárico, nací en Valle de la Pascua, capital de un municipio costero en el río Orinoco y a pesar de que durante mi infancia y mi adolescencia viví en las zonas rurales del municipio, realmente no recordaba, no tenía en mi memoria, la imagen de la única vez que fui a Parmana y me encontré frente a ese río, en esas costas. Yo vine conociendo de verdad las costas del río Orinoco en el estado Guárico, hace apenas cinco años y desde ese momento me di cuenta que debía hacer no uno, sino varios documentales de esa región de Venezuela que comprende el Orinoco Medio.

-¿Qué mensaje siente que prevalece en su documental? ¿Hay un mensaje de optimismo o de pesimismo en cuanto al presente y futuro de esa actividad agrícola?
-Creo que no traté de dejar un mensaje ni positivo ni negativo. Con el documental queda la posibilidad para reflexionar sobre el mundo de los vegueros, la agricultura en Venezuela, sobre la importancia de los recursos naturales. Ahora, creo que si hay un mensaje, es que no es nada fácil el trabajo agrícola en general y por lo tanto debe tener las mejores consideraciones por parte de quienes dirigen las políticas a nivel estatal, porque se trata de la soberanía alimentaria de un país. Y si entonces en el centro geográfico del país, en el río más importante de Venezuela, la gente que vive ahí, los agricultores, no cuentan con todo el apoyo y la prioridad gubernamental, faltaría mucho para pensar en estar suficientemente encaminados hacia una agricultura fuerte y sustentable, sobre todo desde el punto de vista agroecológico.

-¿Lo ocupa en este momento la realización del algún otro documental?
-Estoy montado en la posproducción de una serie para televisión de trece capítulos, de cuarenta y cinco minutos de duración cada uno. Esta serie cuenta con el financiamiento del Fondo de Responsabilidad Social y espero que para el próximo año esté ya en las pantallas de televisión, a escala nacional. Por cierto, tres capítulos se desarrollan también en el Orinoco Medio. Para mí, el Orinoco es el verdadero centro del país, debería verse como la espina dorsal de la nación y es una necesidad casi que natural, trabajar en esa zona. Igualmente estoy participando en la actual convocatoria del Centro Nacional Autónomo de Cinematografía para producir otro documental aquí en Guárico, esta vez dedicado a los propios llaneros, en una de sus facetas más tradicionales, de un gran valor agroecológico también.

-¿Por qué se inclina por el documental y no por la ficción?
-Yo he hecho varios cortometrajes de ficción. En la Escuela de Medios Audiovisuales en Mérida, tuve la oportunidad de trabajar en 35 y 16 milímetros, dos cortometrajes, uno de estos es El mandado, que me dejó muy contento y con muchas ganas de seguir haciendo ficción, pero todo tiene su momento y ahorita siento el compromiso de hacer documentales y siento que de estos documentales, de todas las vivencias que significan la realización de cada uno, van a salir buenos proyectos de ficción para contar lo que con el género documental no se puede.

-¿Qué le queda de la realización de Vegueros?
-Pienso que a quienes debería quedarles algo es, primero que todo, a los mismos vegueros, participantes o no en la realización. Ellos tendrían que ser los primeros beneficiarios de un registro que visibiliza el esfuerzo con que se dedican a producir alimentos y materia prima como el algodón, en un país que durante más de cincuenta años le ha dado la espalda al mundo rural.
-En segundo lugar está lo que debe quedarnos a los venezolanos como ciudadanos pertenecientes a un país donde casi todo lo que consumimos es importado y muy pocos realmente se preocupan por lo que implica producir lo básico para todo ser humano, como lo es el alimento diario. A pesar de que casi no producimos y todo lo importamos, sobre todo los “urbanitas”, habitantes de las ciudades, somos desmesuradamente consumistas. La banalidad en que caemos como sociedad cuando no nos tenemos que preocupar por qué comeremos o qué vestiremos mañana, nos llevará tarde o temprano a una situación insostenible. Por último, si algo me tiene que quedar a mí, es la preocupación porque este tipo de documentales se sigan haciendo y lleguen a donde tienen que llegar: más que nada a la conciencia de cada uno de nosotros.

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